top of page

El niño Bambú.

La semilla del Bambú tarda entre cinco y seis años en sacar sus primeros brotes. Durante todo ese tiempo, las semillas se dedican a enraizarse, creando una raíz amplia y profunda. 

Al cabo de ese tiempo, la planta eclosiona con un vigor desbordante y lo que tanto había guardado, ahora lo hace de forma magnífica, creciendo hasta alcanzar alturas de hasta veinte metros y con una fortaleza y vigor, incomparables. 

En un símil relacionado con nuestra metodología de actuación, podemos comparar la planta del bambú con las personitas que pasan por nuestro centro.

Aquí, les escuchamos y les hablamos, les vemos ensayar mediante aciertos y errores, reformular éstos, procesarlos y guardarlos, investigar manipulando, experimentar sensaciones,.. les ofrecemos diálogo y procuramos que construyan contenidos y significados.

Pasados esos cinco o seis años con nosotros, algunos menos, cuando ya no los tenemos a nuestro cargo, es cuando les vemos fortalecer,

aumentar de tamaño, sentir y emocionarse,

aprender por sí solos, a manifestar sus condiciones y sus sensaciones, a creer en sí mismos, a experimentar hechos y aplicar otros que ya dominan,..., aunque siempre con el apoyo del adulto, pues al igual que el bambú, precisan riego, poda, dirección, fortalecimiento,...

En la vida, queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste, requiere tiempo.

posiblemente, por  la misma impaciencia, muchos de los que aspiran a resultados acorto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que se mantienen perseverantes y coherentes, y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos, sí nos esta sucediendo algo dentro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

Os proponemos tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación, en definitiva, gobernar la impaciencia.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá solo estés echando raíces…

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá solo estés echando raíces…

Creamos pues en su potencial, en sus fortalezas, en sus condiciones y aprendamos a facilitarles su aprendizaje sin dejar de hablarles, de acompañarles, de prestarle ayuda, de dejarle que se equivoque, de corregirles, de mostrarles ejemplos......

bottom of page